
Así comienza una profunda e intensa historia de amor y aventuras entre el séptimo hijo varón de la familia Ñeenguirú, el maldecido del pueblo, señalado como lobison según antiguas creencias, y Emanuela, la niña Santa de San Ignacio Miní, famosa por su poder de curar a personas y animales. Aitor desde el primer momento en que la ve, se enamora de ella, la llama "Jasy" (luna en guaraní), y los dos crecen como hermanos de leche pero el amor que se va formando entre los dos es absolutamente arrasador. El crece considerándose en principio su protector y el sentido de posesión también se va acentuando a medida que crecen, la considera suya y de nadie más. Emanuela, por su parte también lo ama, lo adora y cree en él ciegamente y no entiende por qué en el pueblo lo odian tanto.
Esta hermosa historia se va desarrollando en medio de las costumbres de las misiones jesuíticas y su constante roce con quienes ven a los jesuitas como un obstáculo para sus propias ambiciones. ¿Podrá un amor tan sincero y posesivo sobrevivir a los avatares de la vida?
Un libro sin desperdicios. Me encantó como resalta la sabiduría de los pueblos originarios. La sabiduría por ejemplo en materia de plantas medicinales y en lo poético que suena de pronto el guaraní entrelazado en el relato.
Otro motivo por el cual este libro es tan especial es porque fue de mi mamá, y sé que ella lo disfrutó. Es como sentarme a leer con ella esta historia. Te quiero tanto mamá, te extraño, besos al cielo
Hora de leer la segunda parte de esta trilogía
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