martes, 11 de diciembre de 2018

El amante japonés. Isabel Allende

Una vez más puedo dar fe que cada libro tiene su momento. Mi primer intento con este libro quedó truncado y abortado en las primeras páginas, no me atrapó y no seguí más allá del comienzo.
Pero hace poco me dieron ganas de volver a leerlo, o mejor dicho, de leerlo realmente y esta vez, vieran el cambio, me enamoré del libro, de sus personajes y de las historias que en sus páginas se van tejiendo, porque decir que esta es una historia de amor, es negarle al libro su verdadera esencia, es cierto, el amor, en sus diferentes facetas y aspectos está presente así como otros sentimientos muy humanos como el miedo y la pasión.
Este libro no es sólo la historia de amor prohibido entre Alma Belasco y el jardinero japonés, Ichimei Fukuda, es mucho más, además de ese amor que crece escondiéndose y ocultándose de convencionalismos y reglas sociales, es también la historia otras personas que se ven envueltas en esta trama y de como sus vidas se ven afectadas por lo que va sucediendo en el mundo. Por ejemplo, de como, después de Pearl Harbor, los inmigrantes japoneses se convierten de la noche a la mañana en enemigos del país y son deportados a campos de concentración, perdiendo todo lo que con tanto esfuerzo lograron tener en tierras extranjeras, lejos de su pueblo... Y por supuesto, al no estar permitido el amor entre diferentes razas, Alma e Ichimei debían guardar silencio ante lo que era más fuerte que ellos mismos... Pero no sólo estaban ellos, estaba también por ejemplo Nathaniel Belasco, el marido de Alma.... y no puedo seguir mencionando personajes o voy a spoilear esta hermosa novela que, por cierto, me hizo llorar mucho.
Otro aspecto a destacar son los temores y sufrimientos de la vejez crudamente retratados. La soledad y la enfermedad van ganando espacio y allí, las memorias no sólo son un dulce recuerdo sino muchas veces un refugio..
Leí este libro sintiéndome acompañada por mamá, a quien le gustaban los libros de Isabel Allende. Al decir verdad, no sé si ella llegó a leer este libro, pero si no lo hizo antes, yo creo que ahora lo leyó conmigo... Besos al cielo, mamá.

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