jueves, 13 de junio de 2019

Les debo varias reseñas

Por circunstancias personales, hace mucho que no puedo sentarme a escribir aquí y como consecuencia, les debo varias reseñas, y sospecho que les seguiré debiendo, al menos, las reseñas individualizadas a las que les tengo acostumbrados. Terminé varios libros en este proceso, bueno, 3 por ahí, incluyendo otro libro de Murakami, uno de Kawabata y otro más, totalmente distinto a lo que estoy leyendo útlimamente. Así que para no deberles tanto, les comparto aquí una reseña casi general de lo que leí en este largo tiempo de silencio.
Si voy a seguir un orden cronológico de estas lecturas, tengo que empezar por Kawabata, premio Nobel y clásico escritor japonés. Fue la primera vez que leí uno de sus libros, así que no podría, aunque quisiera hacer un juicio general de sus obras, sólo del libro que leí, y lo que leí fue Bailarinas, la historia de una madre y una hija que se dedican a la danza clásica en el Japón de post guerra, ocupada por Estados Unidos. En esta novela hay más dialogo que sucesos, y en toda la obra se siente una sensación casi poética, le da tiempo al que lee de apreciar la belleza del cielo, el viento que sopla, el suave murmullo del agua y la vorágine de pasiones que se esconden bajo apariencias, una experiencia diferente y una invitación a conocer más sobre la literatura japonesa que en cierta manera está muy lejos de mi alcance, puesto que son pocos los libros que he podido conseguir de su rica e infinita variedad.
              Sin lugar a dudas, cuando buscas autores japoneses, que es mi obsesión últimamente, lo confieso, y es que estoy enamorada de esta riquísima y ancestral cultura y de sus hermosos paisajes aunque nunca pise su suelo, lo más fácil de conseguir es un libro de Murakami, y después de los libros que leí, le tocó el turno a un libro cortito que se termina casi de paso, me refiero a After Dark, que cuenta la historia de Mari, una chica que ha perdido el tren de vuelta a su casa y que piensa pasarse la noche leyendo en un restaurante, es así como pronto y a su pesar, porque ella quiere leer, se ve envuelta con personajes nocturnos que resultan tan humanos como ella y por otra parte, está la historia de su hermana Eri que duerme un sueño que no parece natural, mientras que desde la pantalla de un televisor que no está enchufado, se reproducen perturbadoras imágenes. Murakami una vez más nos muestra su habilidad para crear situaciones que se salen de lo cotidiano, que te hacen sentir que hay algo más de lo que vemos y sentimos, con su relato te va metiendo en sus mundos inventados donde todo puede suceder
          Y en una pausa a los escritores japoneses, leí un libro de otra premio Nobel, esta vez la escritora rusa Svetlana Alexievich, que con su libro La guerra no tiene rostro de mujer nos presenta la otra cara de la guerra a la que la historia y la literatura nos tienen acostumbrados. Ella recoge en este libro inolvidable y a la vez desgarrador, el testimonio de las mujeres rusas que con apenas 18 años o menos fueron al frente de batalla a defender su patria, ellas fueron francotiradoras, pilotos de avión, enfermeras, cirujanas, camilleras, de todo, dejaron la seguridad de su casa y se vistieron como soldados para defender su país. Un libro que dificilmente se pueda olvidar.
Y ahora, elegí otro libro de Murakami, a ver que tal. Estoy empezando desde hoy El elefante desaparece, después, si Dios permite, les cuento.
Pero antes de despedirme, debo confesar que me olvidé de hablar del libro que más me gustó leer en esta época de silencio, me refiero a Sakura de Matilde Asensi, que quizás se merezca una reseña aparte, de momento les diré que en ese libro se juntaron dos de los temas que más me  fascinan, Van Gogh y Japón ... Un libro de esos que, por un lado querés saber que pasa y por otro no querés que termine nunca

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