viernes, 12 de abril de 2013

Julieta piensa: se busca, segunda parte

Y de esa manera, con contundentes gotas por todas partes, la lluvia convirtió mi nuevo departamento en un lugar inhabitable.
Pero antes de eso, pude encontrar al dueño de mi peludo amigo. Sucedió un par de días después, cuando empezaba a preguntarme qué nombre ponerle o a qué amiga le gustaría tener un gato por mascota. Estaba de compras en una despensa que quedaba cerca de mi nueva casa, tratando de decidir entre comprar galletitas dulces o un tubo de papas fritas cuando alguien se acercó a mi por detrás.
- Disculpa. - dijo.
Me di la vuelta para encontrarme con un hombre muy alto a quien con mis modestos un metro sesenta y cinco debía llegarle a la altura del pecho. De hecho tuve que levantar la cabeza para mirarlo. Alto, delgado, cabello oscuro y lacio, bien corto, nariz recta y bien perfilada, labios finos.... Parecía sacado de una revista de modas o de alguna película. Estaba vestido con vaqueros bien ajustados y una remera gris que dejaba al descubierto sus brazos musculosos. (Ay disculpen esto se acaba de convertir en una novela rosa, porque no voy a negarlo, por dentro lancé un suspiro al notar sus ojos azules que sonreían y observaban como si quisiera leer todos mis pensamientos)
- Disculpa - dijo una vez más - el dueño de la despensa me dijo que eres quien puso los avisos sobre un gato extraviado.
- Sí, fui yo. - asentí.
- Resulta que el gato de la fotografía es mi gato.- anunció - Llevo días buscándolo. - sacó su billetera y se puso a buscar algo en ella, me mostró una fotografía donde aparecía un felino muy parecido a mi inesperado huésped... - Al decir verdad, el gato es de mi madre pero me encargó que lo cuidara mientras ella esta de viaje, se fue a Europa por dos meses. Ella todavía no sabe que Ricky se escapó, no sabía como darle la noticia.
- ¿Se llama Ricky? - pregunté.
-Si, es su nombre y yo me llamo Ricardo, por cierto.
No se como me aguante para no reírme en su cara. El sonrió, casi sonrojado.
- Si, creo que mi madre esta obsesionada con ese nombre.
Claro que un tenía ciertos reparos de que estuviéramos hablando del mismo gato, pero por algún motivo, le creí, y si mi siguiente paso fue llevarlo a mi departamento para que lo viera con sus propios ojos. El me siguió muy de cerca por el corto trayecto que separaba la despensa de mi departamento. Me contó que estaba viviendo temporalmente en la casa de su madre pero estaba buscando un lugar donde vivir y que acababa de llegar de Inglaterra a donde había ido a estudiar.
Cuando llegamos, lamenté el estado caótico de mi vivienda. Me había visto obligada a resguardar todas las cajas bajo una enorme carpa que encontré en el baño y aun así algunas se habían mojado. Tenía recipientes de cocina por todo el piso, ya vacíos de agua pero puestos de manera estratégica a fin de esperar las próximas lluvias. Parecía una zona de guerra. Me tuve que disculpar.
- ¿Tienes goteras? - dijo y estuve tentada a decir que no...
Fui a buscar al gato a lo que con suerte sería alguna vez un dormitorio pero seguía siendo un desorden de cajas, ropero, cama y más envases esparcidos a la espera de lluvia. Ricky, si ese era su nombre se había vuelto a esconder en las profundidades del armario, así que no me fue dificil encontrarlo. Lo alcé pero  él decidió que no quería estar en brazos, así que me ví obligada a perseguirlo por toda la habitación. Ricardo, al escuchar el alboroto, pidió permiso y entró a mi cuarto, atrapando, no sin esfuerzo a su temperamental mascota. Y pueden decir ustedes que acepté sin reparos que el gato era efectivamente suyo, pero aunque el gato no pudiera decir, este es mi dueño o, no este es un impostor, parecía sentirse a gusto en los brazos de Ricardo y al comprarlo una vez más con la foto que éste acarreaba en su billetera, no pude sino afirmar que era el mismo felino.
- ¿Cuanto pides por haberlo cuidado? - me preguntó.
- ¿Por cuidarlo? No, nada.
- Pero seguramente tuviste que darle de comer y te dio trabajo.
- Fue una buena compañía.
Ricardo insistió y yo volví a negarme, y entonces preguntó si aceptaba una invitación a almorzar.Como bien imaginan, mi respuesta fue sí. Y así quedamos en encontrarnos al día siguiente. Dijo que pasaría por la puerta de mi departamento a las 11 y media.
- Espero que te guste la comida italiana.
.... Como dicen en la televisión, esta historia continuará.

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