jueves, 6 de junio de 2013

Julieta piensa: En fin... (goteras, gatos fugitivos y citas románticas) Final...

Se preguntarán, si es que leyeron las entradas anteriores, qué pasó con mi cita romántica ambientada en un departamento lleno de goteras, pues bien, Ricardo (convenientemente, no se si lo dije antes, muy parecido a su homónimo famoso, el actor inglés Richard Armitage) y yo (simplemente Julieta), nos refugiamos en el único lugar de mi departamento que parecía estar libre de goteras. Como él estaba mojado, igual que yo, le presté una toalla y se secó con ella el corto cabello negro... Nos sentamos a charlar. Él me contó de su vida y yo de la mía, y así estuvimos por horas. Inoportunamente, el hambre nos recordó que no habíamos cenado cuando estuvimos en aquel restaurante de lujo al cual él me había llevado y del cual huí despavorida luego de que él actuara como un neurótico al verme masticar un chicle en su camioneta... Para mi suerte, el Ricardo con quien conversaba en la cocina de mi departamento, estaba relajado, tranquilo, sonriente, charlatán y de buen humor. El opuesto total Ricardo de horas antes (¿Un caso de Jakyl y Mr Hide?)
Era imposible pedir un delivery con aquella tormenta, y entonces fui a buscar algo en mi heladera. Saqué de ella pan, queso, aceitunas y tomate y preparé unos sandwiches bien cargados que luego puse sobre el fuego. Para mi fortuna, había secuestrado de la casa de mis padres un par de botellas de cerveza que nos sirvieron para drenar la comida seca. Ricardo elogió mi invento y dijo que se sentía como si estuviera comiendo en una pizzería europea.
- ¿Y Ricky? - pregunté mientras devorábamos los sandwiches, recordando a su gato, el culpable de nuestro encuentro.
- Debe estar durmiendo plácidamente en un rincón de mi casa. - dijo él y luego añadió - ¿Creerías que su pasaje y sus papeles cuestan mucho más caros que los míos?
- ¿Pasajes? - pregunté sin comprender.
- Me voy a Inglaterra dentro de un par de semanas.
Eso me bajó de cualquier posible nube a la que me hubiera subido en medio de aquella cena improvisada.
- ¿Te vas por un tiempo?
- No, me voy a estudiar y trabajar allá, voy a vivir allá unos años. Al decir verdad, ya lo estaba haciendo, pero vine por motivos personales y ahora regreso. Y llevo al gato conmigo porque mi madre también va a vivir allá, de hecho nos mudaremos a un departamento juntos.
- Ah. - dije...
La luz se fue de pronto, dejándonos en la completa oscuridad. Una oscuridad que pronto se hizo tenue por la claridad que entraba engañosa de afuera, pues, al decir verdad, la calle también había quedado a oscuras. Me puse de pie y anuncié que buscaría velas, pero Ricardo me detuvo, atajandome del brazo.
- No, no vayas. - me pidió - quédate - y me hizo sentar, más cerca de él.
- Disfrutemos de esta oscuridad - añadió, susurrando.
Claro que adiviné lo que venía a continuación, y no hice nada para detener aquel beso que me dio, sin prisas, lento y prolongado. No sé lo que pensé, supongo que mi mente quedó en blanco... Suspiro...
- Eres muy hermosa - dijo él, sujetando mi rostro entre sus manos y volviendo a besarme - Si pudiera te llevaría conmigo...
Un tornado no hubiera sido más caudaloso y desestabilizador. No sé qué hubiera pasado si la luz no hubiera interrumpido nuestro idilio. La luz me trajo al presente y en cierta forma, me devolvió la cordura y a él también. Nos dimos cuenta entonces que era tarde y que debíamos concluir nuestra cita por ese día. Se despidió de mí con otro beso más corto y sutil y yo me quedé en las nubes. Y así, en las nubes, fui a darme un baño y a dormir....Afuera la lluvia seguía cayendo y mis goteras hacían eco de ella, tintineando ruidosamente en el fondo de las ollas y los baldes esparcidos por mi departamento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario