jueves, 14 de marzo de 2013

Julieta piensa: que las goteras son una maldición

Luego de la atropellada introducción-explicación de la entrada anterior y que, al parecer sirviera - lágrimas tristes - para que mi única seguidora se esfumara, o en todo caso huyera despavorida, aquí estoy escribiéndoles de nuevo en medio del rítmico tintineo de la lluvia cayendo sobre el techo y sobre una olla, por lo menos es una sola gotera. En mi departamento era gran parte del techo.
Hace una semana que tuve que mudarme de vuelta a la casa de mis padres por culpa de esas goteras y la humedad que resultara, con hongos dañinos incluidos. El edificio completo fue declarado en cuarentena y se cerró, y yo vi entonces mi breve independencia tocar a su fin, al menos de momento, llevada por la lluvia torrencial. Y no me quejo, vivir de nuevo con mis padres es un alivio en cuanto a muchas cosas, como por ejemplo los gastos... Si, es cierto, cuando se vive a costa de otros, y luego de golpe, una decide mudarse por su cuenta, nos damos por enteradas que hay cuentas que pagar que no esperan a nada, como la luz, el agua, la heladera que hay que llenar para sobrevivir. Hay que preocuparse por cocinar - cosa de la que sé menos que pintar - y hay que mirar en todas direcciones antes de entrar a la noche en la casa, no sea que nos siga un ladrón o un violador.
Pero vivir sola es también una aventura, y la disfrute mientras duró. Bueno, yo quiero creer que esta vuelta a la casa de mis padres es temporal mientras se solucione la hecatombe del que fuera mi hogar por casi tres meses....
Y mientras la lluvia hace de las suyas, yo suspiro y abro otro libro que acabo de terminar de leer, para comentarles qué me pareció. Ay, si, tengo que contarles del lugar donde estoy, pero eso tendrá que ser más adelante... Un parpadeo, parece que la luz se esta por cortar, ¿tendremos un apagón? El estruendo de un trueno parece decir que sí, hasta la próxima....

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