viernes, 22 de marzo de 2013

Julieta piensa: Sobre goteras, segunda parte: El primer día y la primera noche en el nuevo departamento

  Sentada sobre el sillón cubierto de una tela vieja de dudosa procedencia y rodeada con las cajas que contenían todas mis cosas, en ese domingo soleado de mi primer día de independencia, miré  a mi alrededor y lancé un suspiro. ¿Por dónde empezar?
Polvo y más polvo, cajas y más cajas. Realmente me alegró que mi madre insistiera en que debía llevar trapos y escobas a mi nueva casa porque aquello necesitaba una buena limpieza... Antes que nada, encendí la radio, tocaba una música de "The Killers". Decidí entonces empezar por mi dormitorio, donde como muebles tenía una cama con colchón, un ropero, una mesa y una silla.
Abrí la puerta del balcón, dejando que el aire fresco de la calle reemplazara el viciado del cuarto. Un enorme árbol de mango me daba sombra, en la calle no había nadie, tan solo un gato se paseaba por ahí, pescando por un pequeño pajarito distraído. Pensé en tirarle algo para disuadirlo de su vil acto, pero de pronto un auto pasó a toda velocidad y el gato huyó. Feliz por el pajarito que se había salvado, volví a mirar a la que de ahora en más sería mi habitación. El polvo lo dominaba todo, incluso el colchón. ¿Y yo tendría que dormir allí? Sin pensarlo mucho, me puse a sacudir todo y barrer. Y también a estornudar. Casi me desmayo cuando abrí el ropero, olía a zapato viejo, y cuando me agaché para sacudir la superficie más baja, una enorme araña me dio la bienvenida.
- ¡Aahhhh! - grité.
Pero claro, nadie acudió a mi auxilio y la araña solo volvió a esconderse luego de mirarme con cara de ofendida, sospecho que la había despertado de su siesta. Fui a buscar un insecticida en una de las tantas cajas de la sala, no podría guardar nada en aquel sitio hasta que no lo limpiara a consciencia.Tardé mucho en localizar el veneno, lo había guardado accidentalmente entre mis discos compactos.
Cuando llegó la hora del almuerzo, no había avanzado ni un gramo, todo seguía patas para arriba y ciertamente no tenía nada para comer, pero mi estomago crujía, así que resolví salir a buscar algo que comer. Pero,  ¿donde?. Caminando, dí vuelta a la manzana y no ví otra cosa que casas, perros ladrando o mirando aburridos el cielo y ninguna despensa. Extrañé a ña María, la almacenera de mi barrio que siempre tenía abierto su puesto y donde, aunque era un lugar modesto, se podía encontrar de todo...((((rrerrrrerrwrerwr)))) Ese fue mi estómago. Fui volando a mi nuevo departamento, tomé mi camioneta y me lancé a la búsqueda de una estación de servicio, de cualquier cosa, y ya estaba a media cuadra de la casa de mis padres cuando por fin encontré un lugar donde vendían sándwiches. Me compré uno de verdura y otro de pollo más una gaseosa y lo devoré todo sentada en mi auto. Compré aun otros sandwiches y una bolsa de papas fritas para la noche.
De regreso al departamento, repasé el piso y luego acarreé las cajas que contenían las cosas que ubicaría en mi dormitorio, aunque aun no me animaba a poner nada dentro del ropero. Tendría que comprar algo para solucionar aquel olor a muerto. Sonó el teléfono, era mi amiga Laura.
- ¿Qué tal la mudanza? - preguntó luego de contarme la vida y obra del sinvergüenza de su novio.
- Todo bien, aquí estoy limpiando.
Esperaba que me ofreciera ayuda, pero no. En cambio me preguntó que tal me sentía y yo, que hacía solo unos momentos me cuestionaba duramente haber dado aquel paso arriesgado dije: bien. Si, me sentía bien, feliz y lista para la aventura. Consciente de que nada sería sencillo y mucho menos fácil, pero no importaba. Estaba por mi cuenta ahora.
La noche me encontró devolviendo casi todas las cajas a la sala. Tenía la impresión de que mi cuarto necesitaba una limpieza aun más profunda antes que pudiera desempacar nada. Luego llegó la hora en que ya no tenía fuerzas para nada, ni siquiera darme un baño, pero el colchón tampoco me daba la confianza necesaria para usarlo. Aquella primera noche dormí en el sofá, el cual cubrí con una de las sábanas que había llevado. Al principio, no conseguí pegar un ojo, pero luego dormí como un bebé... Hasta que un ruido fuerte me despertó de golpe...

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