domingo, 24 de marzo de 2013

Julieta piensa: Sobre goteras, tercera parte, el intruso

Siguiendo con el relato de esa primera noche en mi nuevo departamento, al sentir el estrépito de cosas que caían al principio no logré ubicarme en el tiempo ni en el espacio. ¿Dónde demonios estaba? La oscuridad me rodeaba casi por completo, con la excepción de una tenue luz que parecía venir de afuera. Me moví despacio y confieso que el dolor que entonces se apoderó de mi cuello era tremendo. Al parecer había dormido mal. Me puse de pie, decidida a buscar el interruptor de la luz que debía de estar en alguna parte en la pared. Choqué con una escoba y luego por una caja, me golpeé el pie con la pata de una silla y luego, al fin llegué a la pared, solo para chocar de nuevo con otra caja. ¡Demonios!
Un ruido pareció hacerme eco, creo que provenía de mi nueva habitación. Desistí de prender la luz y busqué a tientas la escoba, golpeándome otra vez con algo duro, no sé, supongo que era otra caja. Pero por suerte pude encontrar la escoba y armada con ella fui muy despacio a mi habitación, procurando no chocar con nada más y no delatar así mi presencia al intruso, que, por cierto, seguía haciendo mucho ruido...Entré...Me hubiera gustado gritar "¡Alto, en nombre de la ley!", o algo así, pero no me animé. Noté que la ventana que daba al balcón seguía abierta y entonces supe por donde había entrado lo que fuera que se agazapaba tras el tumulto de cajas...Prendí la luz y bien, ya vieron la foto, si, mi intruso me miraba con unos enormes ojos azules, con cara de miedo y me lanzó un preventivo "miauuu"... Era una pequeña bola de pelos atigrada, un gatito que aun no había dejado de ser un cachorrito. Estuve a punto de gritar al verlo, pero no lo hice. Me acordé de la escoba que traía conmigo y decidí dejarla a un lado, aunque no muy lejos, por si la necesitara.
El gato se había metido debajo de una caja ladeada. Por cierto que el estrépito que me había despertado provenía de las cajas que había dejado en la habitación, amontonadas cerca del balcón. Una de las cajas estaba abierta y su contenido esparcido por el suelo. Libros y algunos chiches rotos se esparcían por el suelo sin orden ni concierto.
- Gatito malo, - dije yo - mira lo que hiciste.
Pretendí agarrarlo, pero el gato corrió de mi y se metió en el sucio ropero cuyas puertas seguían abiertas de par en par. ¡Ay nooo!! El mueble ya tenía olor a ultratumba, si el gato se posesionaba de él, ahora además tendría un insoportable olor a orín. Y el gato, como si leyera mis pensamientos, se hizo encima para desesperación mía. Supuse con cierta pena que el gato estaba asustado. ¿Qué podía hacer con él?
De momento, sólo atiné a sentarme frente al ropero y mirarlo. Él, por su parte miraba cada uno de mis movimientos con sus enormes ojos y se metía cada vez más al fondo del oscuro mueble. Presentí que aquella sería una noche muy larga. Saqué el celular que llevaba metido en el bolsillo del pantalón y supe que era apenas las tres de la madrugada.
- Miaaauuu - dijo el gatito
- Miauuu - le contesté...
¿Qué haría yo con un gato?


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